¡Que cuajo!, diría mi vieja. Después de repartirle por tres años y medio el tesoro del
pueblo a sus amigotes --- ricos que lo han hecho a él multimillonario ---
comparece ante ese pueblo para decirle --- con carita de barbilampiño --- que
todo está mejor, y que como decía Rosselló, “lo mejor está por venir”. ¡Supongo que será la muerte, la
inconsciencia!
Su sonsonete gastado es “la administración anterior”. Olvida, cínicamente, que la
administración anterior fue la de Primitivo Aponte y Kenneth McKlintock, hoy
sus títeres incondicionales, ayer de Rosselló.
Cuando se pierde de esa manera la vergüenza, el pudor, lo
que el jíbaro llama “el calor en la cara”, puede decirse cualquier cosa. Eso ocurre en forma simultanea a los
informes de la prensa que detallan cómo Roger Iglesias e Ivar Pietri --- uno
agente de Rivera Schatz y el otro de Fortuño --- reciben millones ---21
millones en el caso de Pietri --- para, como ingenieros, supervisar la
construcción de las “escuelas del siglo 21”. Y no son ingenieros, como lo requiere la ley.
Fortuño, Pietri y Roger Iglesias le roban --- mediante
artimañas corporativas --- a los maestros, los niños y los padres, el dinero
que debe ir a las escuelas. Pero
para Fortuño enriquecer a sus protegidos y socios de la construcción es la
primera prioridad.
Fortuño está usando la realidad miserable de las escuelas
como mingo para hacer millonarios a sus amigotes. Es un regreso al robo masivo de los dineros de las escuelas
del Departamento de Educación para propósitos de enriquecimiento ilícito. ¡Víctor Fajardo vive!
Lo dijo el fiscal federal Gil Bonar hace cuatro años: la corrupción tiene nombre y
apellido. Se llama PNP, que es
claramente una empresa criminal y
su jefe de operaciones es Luis Fortuño.
Las palabras son de gratis. Los hechos son implacables. Luis Fortuño abusa de las palabras para encubrir los hechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario