jueves, 12 de abril de 2012

Los Detractores de Carmen Yulín

El pánico desborda las pasiones de la inseguridad y el miedo y puede llegar a la violencia sea verbal o física.

No hay más que observar el tipo de detractores que le ladran a la probable alcaldesa de San Juan para notar su obvia conducta de ratas asustadas:  Zoé Laboy, procuradora de contratos en el círculo de adoración de Fortuño y de su “Duce” Mussolinesco Jorge Santini, se expresa lamentándose de la probable derrota de Carmen Yulín, según ella.

Al País y a los sanjuaneros nos gustaría que la socia favorita de Ángel Cintrón retara a Carmen Yulín a un debate sobre San Juan, sobre el servicio público, sobre la democracia comunitaria y participativa, libre de egos inflados y probablemente “empolvados”, como dijo el alcalde de Guaynabo, Héctor O’Neill, sobre el tiranuelo capitalino.  Doña Zoé daría pena en ese debate, mucha más pena que la que ella dice tenerle a Carmen Yulín.

Pero la cosa no se queda en la contratista de Ángel Cintrón.  Todo el club de madamas que Jennifer González financia en la Cámara con fondos públicos ---el club incívico de damas --- ha salido como manada a morder a Carmen Yulín.  Albita Rivera le dijo que era una candidata machista.  ¿Qué es eso?  ¿Será lo contrario de lo que representa el club de madamas?  La verdad es que ya Albita está medio gastada, suena como una lata vacía rodando por la calle.

Al club de madamas ---legisladoras y contratistas --- se ha unido un madamo, el dentista Manuel Saldaña, que como instancia de judío converso siente la necesidad de extremar sus ataques absurdos y bajunos contra Carmen Yulín.  El diagnóstico de este caso es muy interesante.  Su furia erótica contra todo lo que suene a PPD y a García Padilla, proviene de sus frustraciones al no poder regresar a un alto puesto universitario.  Ese resentimiento se complica por lo que Miguel de Unamuno llamó “la gran enfermedad del alma española”, la envidia.  Recuerde el lector además el incidente en el Teatro de la Universidad, hace unos años, cuando un empujón, mientras posaba de guapo napoleónico, le cambió la ideología, de popular irrelevante a penepé sobrao.

El dentista está escupiendo hacia arriba, y no se quita, de ahí que sus vitriólicas monsergas en el periodicucho de Fortuño representan sólo un buche de sangre que sólo se aliviará con la terapia del olvido.

¡Qué solos se quedan los muertos!  Con detractores como estos tendremos Carmen Yulín para rato… y en la alcaldía de San Juan.  

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