Claro está, lo
anterior se entiende en el contexto de su vida privada y sus funciones
públicas. Porque como militar,
frente a poderosos enemigos, la mentira era un deber táctico. En ese ámbito, sin embargo, todo se
vale. Por lo que puede decirse que
su honestidad privada y pública, y sus engaños militares al enemigo imperial
fueron parte de una misma función exitosa como líder de su joven nación.
En todo caso, Washington demostró que no se puede
mentir todo el tiempo, para salir de atolladeros políticos de su propia
creación. Uno supondría que un
americanito como Fortuño se acogería a estas distinciones en su vida
pública. Pero no. En su caso miente a tiempo y fuera de
tiempo. Ahí el ídolo americano no
ha calado en absoluto.
Tengo ante mi la
homilía que hoy 3 de abril nos regala
Fortuño en una columna escrita, sobre la Semana Santa. Típico catolicón de
catedral --- aunque mandó a desbarrar al Arzobispo --- repite todas las
banalidades del fariseo, mientras practica la demagogia política con los
fundamentalistas pentecostales, con fondos públicos, mintiendo a derecha e
izquierda, a contrapelo de la Constitución que juró defender. Y todo en vano, porque el
pueblo --- incluyendo los religiosos de ambos bandos --- han repudiado esa demagogia,
como quien dice: “!Te conozco,
bacalao, aunque vengas disfrazao!”
A la vista está: en las primarias fraudulentas del 18 de
marzo en el PNP, los clientes fundamentalistas de Fortuño no aparecieron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario