La
polémica, estridente y políticamente matizada, encubre en vez de revelar la
magnitud de este problema. Ese
problema serio que late tras las acusaciones mutuas de Rivera Schatz y la
señora Ferré, Presidenta del emporio económico de las Empresas Ferré, es el siguiente: ¿Debe el pueblo de Puerto Rico
financiar fundaciones privadas creadas por entes millonarios --- familia Ferré,
Rafael Hernández Colón, Pedro Rosselló, Ana G. Méndez, entre otros muchos ---
con el dinero público que apenas da para atender, miserablemente, las
necesidades básicas de salud, educación, seguridad pública, niñez y edad
avanzada, y vivienda y empleo en este pueblo pobre.
Claro
que existen fundaciones meritorias de ayuda pública, especialmente aquellas que
atienden los problemas enumerados en la oración anterior. Pero pregúntese el lector, ¿qué
necesidad tienen estos potentados económicos privados de ayuda económica
pública, que se le resta a las causas verdaderamente meritorias? Si estos potentados, personales o
familiares, gozan de prestigio social y sobrada capacidad económica para hacer
lo que dicen que quieren hacer, que convoquen al capital privado de sus pares
en el poder económico de la sociedad.
En este
sentido, la garata entre Rivera Schatz --- que en el fondo, en las prioridades,
tiene razón --- y la familia Ferre pretende que los contribuyentes le
financiemos sus ínfulas de mecenas renacentistas con dinero ajeno, es que se
trata de una pelea de asno y burro --- por dondequiera que usted empiece da lo
mismo. Rivera descontándole sus insolentes
burradas, tiene razón, mientras la super- millonaria familia Ferre quiere
influir su prestigio social Schatz, con camándulas ajenas, las del pueblo pobre
y mediano de este País.
Aplíquese
la misma doctrina a las falsas fundaciones arriba enumeradas, y nos vamos
entendiendo. Porque no son fundaciones
de servicios, sino “fundiciones”, fábricas de falso prestigio y no poca
numismática personal.
¿Qué
gobierno, actual o futuro, se atreverá a develar el cuadro de corrupción de
estas fundaciones de embuste, que no son otra cosa sino “fundiciones” de poder,
prestigio y dinero para sus dueños?
El
ejemplo moralizador a ese defecto lo constituye El Centro para Puerto Rico de
la exgobernadora Sila María Calderón.
Ni un centavo del presupuesto del Estado Libre Asociado de Puerto Rico,
sino dinero privado y fondos federales designados a esos propósitos de
servicio, a los necesitados.
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