Ya
Carmen Yulín ha logrado un efecto visible: ha callado al fanfarrón mussolinesco de la alcaldía. Mejor que calle, porque como hable lo daña
todo. No lo salvará ni Tere Suárez
con todo y los millones que sustrae a su maltrecho cliente.
El
sonsonete que ya están ensayando las valquirias de doña Jenniffer --- la
Cucusa, que tan cara le sale, cara de dólares, no de amor, la locuaz Albita, la
amplia y oronda Lourdes Ramos --- es el de la manida soberanía, en una de sus
versiones defendida por Carmen Yulín.
¡Era totalmente predecible, la incultura mata la originalidad!
Ahora bien: la soberanía, en cualquera de sus
versiones, se refiere a más poderes políticos para Puerto Rico, en sus
relaciones con Estados Unidos, además de la actual autonomía del ELA. Pero se trata de Puerto Rico y Estados
Unidos --- no se trata de los servicios públicos que un alcalde o alcaldesa de
San Juan le debe a sus ciudadanos contribuyentes
o impudientes. Ese es un planteo
de pueblo a pueblo, de gobierno a gobierno. No se trata de los miserables servicios que después de doce
años el alcalde Santini no puede o no quiere prestar al pueblo que lo llevó a
la alcaldía, mientras le sobran los millones para publicidad y para obras públicas
vistosas para grupos sociales preferidos.
Pregunta: ¿Es desde la alcaldía de San Juan que entraría
la estadidad al País, si el pueblo ni el Congreso la quieren? Santini lleva doce (12) años halando la
estadidad. ¿Qué pasa, que no tiene
fuerza suficiente, o es que por ahí no es que entraría, si un día llegase?
Si la
estadidad no es por San Juan que entra, la soberanía tampoco, ni la
independencia, ni ningún status.
Las alcaldías son centros programáticos de servicios, no de chácharas ideológicas
de status que se usan defensivamente para adormecer al pueblo mientras le roban
las medias sin quitarle los zapatos.
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