Luis
Fortuño, mediante su agente personal Ángel Cintrón, intentó descalificar a la
distinguida jueza a base de que “tenía ánimo prevenido”, es decir, que no podía
juzgar racional y objetivamente las cuestiones planteadas por el mismo Ángel
Cintrón contra la Comisión Estatal de Elecciones en el caso del escrutinio de
la últimas primarias.
En mi
larga vida, es la primera vez que veo que un abogado que actúa como agente
partidista se atreve a impugnar la ética profesional de una jueza sin aducir
pruebas al efecto. Si existiera en
realidad un Tribunal Supremo de Puerto Rico, este alcahuete partidista ya
hubiese sido desaforado, por irresponsable e insultante de la integridad
judicial.
El País
sabe que el Tribunal Supremo se avestruzó, que se amantequilló, se juyó, porque
sabía que no había base en derecho para atender la queja politiquera de Ángel
Cintrón. Este tarugo político ha
guardado silencio cuando el Tribunal devolvió a la Comisión Estatal de
Elecciones la decisión del escrutinio de las primarias.
Lo que
queda en claro es que un buscón político y económico del PNP, Ángel Cintrón,
por instrucciones de Luis Fortuño ha intentado denigrar la integridad moral de
una jueza, de una eximia dama, al acusarla, sin razones ni hechos, de estar
prejuiciada en el caso que se le presentaría, antes de intervenir ella en el
proceso.
Georgina
Candal, fue mi discípula en las clases de teoría política de la Universidad de
Puerto Rico hace mucho tiempo.
Para honra mía, y a la luz de sus ejecutorias judiciales. Ángel Cintrón fue también mi discípulo
en los mismos años y en los mismos cursos. Georgina me enorgullece. Ángel Cintrón me avergüenza.
¡Lo que el dinero y la ambición de poder le
hacen a veces a la inteligencia!
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