De 1972
en adelante se ha registrado en la conducta electoral puertorriqueña un patrón
consistente del electorado --- frente a la urna electoral --- de optar
realísticamente por aquellos líderes y partidos que representan la oportunidad
de derrotar al absoluto mal mayor.
Me refiero a miembros de
pequeños partidos que, agotados sus esfuerzos para convertirse en alternativas
como opción de triunfo, han concluido --- inteligente y patrióticamente --- que
su voto puede ser útil para evitar el mal mayor, que es el abuso del poder por
un partido insolente, delincuente, que aborrece la cultura y la identidad
puertorriqueña. En ese momento de
confrontación ética con el mal manifiesto, muchos electores que no militan en un
partido que sí tiene la fuerza para evitar el mal mayor --- que es la victoria sobre
mal manifiesto --- optan responsablemente por unir su voluntad y su voto a
quien pueda evitar el mal absoluto.
De 1972
a esta parte a esos electores se le ha llamado “melones” porque decía Rubén Berríos
que eran verdes por fuera y colorados --- rojos --- por dentro, esto es,
populares. El resultado sistemático
de ese proceso es que el País ha evitado que los pachuchos estadistas, la mafia
corrupta del PNP desde 1972, lograra perpetuarse en el poder. Sacrificar un voto partidista para
expresar un voto de conciencia en defensa del País constituye una digna
expresión de patriotismo inteligente.
Ese es
el voto útil, el que si no puede lograr el bien ideal, porque no tiene eco de
pueblo, puede al menos evitar el mal peor para el País que se dice amar.
El voto
útil no es el que fundado en resentimientos ideológicos permitiría que el País
sufra la destrucción completa a manos de una mafia de depredadores del haber
del pueblo, sino el que está dispuesto a sacrificar esos resentimientos en aras
del País. En otras palabras, el
voto útil es aquel que está dispuesto a hacer una diferencia, no el que con su
irrelevancia numérica contempla como bueno que los rufianes que se roban el País
prevalezcan, para satisfacer un prurito de idealismo ingrávido que es
totalmente irrelevante a la realidad electoral, que trata de números, de votos,
de mayorías como instrumentos del pueblo.
Entristece
el hecho de que buenas personas, buenos puertorriqueños, en vez de adoptar la
estrategia del MINH, el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, que es
una estrategia responsable de educación cívica, hayan optado por fundar
partidos microscópicos para restarle al País la posibilidad de derrotar la
mafia de Fortuño.
Algunos
de estos nuevos fundadores de partiditos “mini”, tienen un historial de
rompe-partidos, desde el PIP, pasando por el MPI, luego por el Partido
Socialista, hasta recalar en el MUS.
Arrastran, algunos, el peso muerto del Marxismo-Leninismo y el Castrismo,
y son sus deudos insepultos. Después
de medio siglo de funda-partidos y rompe-partidos, recalan en uno de varios
mini-partidos cuya única misión es --- realísticamente hablando --- reelegir a
Luis Fortuño.
¡Que Dios los bendiga, porque con el pueblo
de inteligencia y memoria no
podrán contar!