¡Hasta
que llegó Luis Fortuño a la gobernación!
Después de tres años y medio de mentiras, corrupción y destrucción
institucional en el País, nos revela el secreto de su “filosofía”: él no liderea el gobierno, dice, ni su
propia administración, él es líder de los individuos, y en ese sentido, lo único
que tiene que hacer es enseñar “valores”.
¿Qué valores? ¿Los suyos y los de su pandilla de depredadores,
presididos por la avaricia del dinero y del poder?
Esta filosofía
cavernaria que postula la ecuación gobierno-individuo, acusa una ignorancia histórica
y social que al juntarse con la voracidad del dinero, el suyo, el de su familia
y el de la casta corporativa de abogados y contratistas, produce la devastación
económica y moral de más del 70% de nuestra población pobre, desempleada,
insegura. Venirle a predicar eso a
este País, después de tres años y medio de engaños, mentiras y corrupciones,
personales y gubernamentales, es insultar la experiencia del pueblo. ¡A ese pueblo que coma valores, que
pague sus embrollos con valores, que eduque a sus hijos con valores, que habite
en casas de valores, mientras el reparte el patrimonio público entre los entes
corporativos y panitas personales.
Su visión
del gobierno, de la política, y de la sociedad es ignorante, infantil,
inculta. Y es porque quiere y
porque le conviene. Muy bien pudo
haberse aprovechado del manual “Función y Acción de la Rama Ejecutiva” que le
legó al País Don Roberto Sánchez Vilella, desde octubre de 1965, a meses
después de asumir la gobernación.
Pero allí había conocimiento, experiencia, entrega al servicio público
de todos. Ignorar toda esa cultura
institucional y salirle al País, para justificar su fracaso y superficialidad,
con la teoría trililí de que su filosofía esta basada en los valores, del
individuo, es gritar al mundo una ignorancia invencible, como la llamaban en
esos casos los filósofos medievales.
Vamos a
la esencia de esta postura, tan famélica de contenido en términos conceptuales.
Cuando
en el siglo 17 John Locke postuló en Inglaterra la protección de la libertad y
la propiedad como la principal función del gobierno, lo hizo contra el
absolutismo monárquico de los reyes estuardos de Escocia. Cuando Jefferson hizo lo propio en América,
alrededor de 1776, lo hizo contra el absolutismo autoritario de Jorge III. Sus gritos, en ambos casos en defensa
de la libertad y propiedades individuales, fueron más efectivos como retórica
individualista que como realidad social.
Pero, en realidad, debajo de ese individualismo lo que imperaba era la corporación
económica capitalista --- todo menos individualista --- de grupos de
propietarios agrícolas, comerciales e industriales. Todavía para fines del siglo 18, autores como Adam Smith y
David Hume repetían esas homilías individualistas, de las cuales se nutre Luis
Fortuño, a falta de una cultura histórica, social y política sobre lo que ha
sido el mundo contemporáneo.
Dos
eminentes pensadores españoles me enseñaron, en los años 40 y 50 del pasado siglo, la ingenuidad de
aquellos ideólogos diz que individualistas. Don José Medina Echevarría primero, y Francisco Ayala
después, escribieron brillantes ensayos que desmantelaron aquellas ingenuas teorías
individualistas. Uno supondría que
Luis Fortuño haya tenido tiempo para enterarse. Pero la formación de los abogados corporativos es para hacer
dinero, no para cultivar el saber y la verdad.
Tanto
Medina como Ayala demostraron más allá de toda duda --- como hizo John Dewey en
los Estados Unidos --- que los supuestos de aquel individualismo eran falsos,
que --- y eso se sabía desde Aristóteles --- el hombre es un “animal social”,
institucional, y no una entelequia
de cultivo autosuficiente de “valores”, que supongo --- según Fortuño --- tomará
del aire.
La teoría
trililí del individualismo fortuñista fue pulverizada a principios del siglo
pasado en los Estados Unidos por George Herbert Mead, William James y John
Dewey. Los tres demostraron,
fundamentando a Aristóteles, que la sicología individual no existe, que toda sicología
es intrínsecamente social.
La
implicación política es clara: los
gobiernos no gobiernan sobre individuos aislados, solitarios, atomizados. Gobiernan sobre conjuntos y comunidades
sociales, instituciones, problemas que recíprocamente envuelven otros problemas
y comunidades. Salir ahora con la
tesis patética de que el gobierno sólo tiene como cliente a los individuos no
es sino una máscara que encubre el ejercicio cotidiano de Fortuño al servicio de
su camarilla de depredadores del Bien Público. Porque, este último, el Bien Común, ese tiene que ser el
verdadero objetivo de todo gobernante.
Profesor,
ResponderEliminarNi Fortuño ni el PNP son estadistas. Hay gente en el PNP que es estadista pero mi teoría es que los dos partidos están controlados por una oligarquía que no quiere pagar impuestos ni federales ni estatales. Y esa oligarquía se une en el Congreso para asegurarse que la estadidad no pase. Así pues los miembros del PNP hacen campaña por la estadidad para ganar las elecciones pero le hacen campaña en contra a la estadidad durante el plebiscito. Cuando el PPD dice que el PNP es estadista éste también contribuye al engaño.
El gran problema económico de Puerto Rico, como en Grecia, es la evasión contributiva y la desigualdad de la riqueza que existe. Ante esa evasión el gobierno ha tenido que recurrido al endeudamiento continuo para poder financiar sus gastos administrativos y ha llegado a un nivel de endeudamiento de casi 100% del PNB.
La gran parte de los economistas de Puerto Rico trabaja para los bancos y estos bancos todos defienden la exención contributiva y la llamada autonomía fiscal, hasta llegar al punto de que la oligarquía de Puerto Rico considera la exención contributiva como derecho divino de Dios. Pero me parece que después de casi un siglo de autonomía fiscal ésta está dando rendimientos marginales decrecientes. Pues la oligarquía no paga impuestos ni aquí ni allá y la isla está sumamente endeudada.
La teoría convencional es que Puerto Rico no puede pagar impuestos federales. Pero se me ocurre que lo que Eugenio Fernández Méndez llama el Siglo de Oro de Puerto Rico se dio precisamente después que el situado mexicano se eliminara y se tuviera que generar el excedente económico en Puerto Rico para sufragar los gastos de la administración.
Así, mi teoría es que para comenzar de nuevo en la senda del crecimiento es necesario, no la estadidad que es una cuestión política, sino extender la jurisdicción del IRS a Puerto Rico y hacer que los grandes capitales, como los miles de millones de las familias Ferré paguen contribuciones federales. No se justifica que esos miles de millones de dólares estén exentos de contribuciones.
En 1996 la GAO hizo un estudio del efecto de las contribuciones federales sobre Puerto Rico. El efecto neto es que las contribuciones aumentarían en Puerto Rico en unos $49 millones. (Ver la tabla abajo).
Los trabajadores recibirían unos 432 millones de dólares en Earned Income Tax Credit ( EITC) que a precios de hoy serían como $800 millones, a los cuales tendrían derecho si llenaran una planilla federal. Se trata de un impuesto negativo a las familias trabajadoras.
Esos $800 millones estimularían la economía de Puerto Rico a la vez que eliminaría la controversia de si se puede ensenar inglés o no en las escuelas.
Una vez que se paguen los impuestos federales ya toda la población estará de acuerdo en aumentar la productividad.
El otro beneficio de extender las contribuciones federales es que se bajará la evasión contributiva por lo menos por la mitad, lo que hará posible bajar las tasas contributivas de Puerto Rico a un máximo de 5%.
Pedir la estadidad de sopetón es una excusa para no pedir nada. En realidad entre más come fuego son los estadistas, menos estadistas en realidad son. Es una excusa para que en Washington les digan que no a la estadidad y para que una clase continúe disfrutando de un paraíso fiscal. En realidad, al PNP no le interesa la estadidad, sino lo que el Profesor Anderson decía: el patronazgo.
En el mundo globalizado de hoy Puerto Rico, como España y Grecia en Europa, no tiene más alternativa que la integración para seguir desarrollándose. Según cuenta Trías Monge, Ortega y Gasset le dijo a Muñoz Marín que el nacionalismo fue una fuerza productiva en el siglo XIX, pero que en el siglo XX ya no lo era. Con el Internet y la eliminación de la distancia que éste ha creado, las palabras de Ortega y Gasset suenan ahora aun más verdaderas.
http://www.gao.gov/assets/230/223139.pdf