La
expresión más punzante de esa filosofía libertaria la acuñó de la siguiente
manera: “La libertad exige que se
abone la tierra con la sangre de los ciudadanos una vez por generación”, como
recordatorio de la primacía de la libertad civil sobre la comodidad de los
gobernantes accidentales, de paso.
¿Qué
tipo de político y de gobernante construye un código penal como muralla china
contra la libre expresión y protesta del pueblo? Los Castro, los Chávez, los Franco, los Hitler y Mussolini,
los Stalin, y… los Fortuño. ¿Por
qué? Porque saben que giran en su acción
gubernamental contra los verdaderos intereses del pueblo, viven a la defensiva
frente al pueblo que consideran peligroso para sus intereses de oligarquía económica
y avaricia monetaria.
Una
persona que poseyera una educación liberal, humanística y social completa, entendería
esos principios, que después de todo son la base de la república norteamericana
y del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Pero Fortuño es un mero técnico legal de contratos y
escrituras, sin cultura teórica sobre el sistema que defiende con la boca y pisotea
todos los días con sus acciones.
Para
los grupúsculos del dinero, privado y público, cualquiera expresión de
disidencia o de protesta vigorosa amenaza su modus vivendi y el de sus cuates
de la oligarquía chupóptera. Por
tanto hay que construirse una verja protectora: suprimir la fianza al pueblo que no tiene padrinos,
prostituir el Código Penal para intimidar, castigar, amedrentar mediante, además,
el mollero del poder, la macana, las armas, la cárcel, utilizando para ello las
brigadas de jueces, fiscales, y policías que repriman de antemano las protestas
justificadas del pueblo.
Fortuño
ha tenido éxito en esa estrategia hasta la fecha. Con un Secretario de Justicia que vergonzosamente actúa como
un edecán de barraca militar, un FEI apalabrado, y un Tribunal Supremo que es
un insulto a su prestigiosa historia, Fortuño se siente seguro e
invulnerable. Esa no es, sin
embargo, su fortaleza. Esa es su
debilidad, su inseguridad, a la que el pueblo ha contestado hasta ahora con su
silencio. ¿Debilidad también? ¿Estrategia de silencio para evitar los
palos, la persecución y las cortes amañadas? Sindicatos silentes, estudiantes y profesores callados,
ciudadanos que maldicen en voz baja, representan una cantera de coraje
reprimido, listo a explotar el 6 de noviembre próximo. Los silencios son ominosos.
Lo que
está claro es que Fortuño considera al pueblo su enemigo como todo fascista, y
lo trata como tal. ¿Y el pueblo,
que piensa?
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