lunes, 23 de julio de 2012

Fortuño: La Seguridad del Gobierno Contra la Libertad del Pueblo

¿Qué distancia existe entre Tomás Jefferson y Luis Fortuño?  La siguiente:  Jefferson pensaba que las libertades y los derechos del pueblo --- a expresarse, a protestar, a exigir al gobierno la reparación de agravios --- era más importante que la comodidad y la complacencia de los gobernantes.

La expresión más punzante de esa filosofía libertaria la acuñó de la siguiente manera:  “La libertad exige que se abone la tierra con la sangre de los ciudadanos una vez por generación”, como recordatorio de la primacía de la libertad civil sobre la comodidad de los gobernantes accidentales, de paso.

¿Qué tipo de político y de gobernante construye un código penal como muralla china contra la libre expresión y protesta del pueblo?  Los Castro, los Chávez, los Franco, los Hitler y Mussolini, los Stalin, y… los Fortuño.  ¿Por qué?  Porque saben que giran en su acción gubernamental contra los verdaderos intereses del pueblo, viven a la defensiva frente al pueblo que consideran peligroso para sus intereses de oligarquía económica y avaricia monetaria.

Una persona que poseyera una educación liberal, humanística y social completa, entendería esos principios, que después de todo son la base de la república norteamericana y del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.  Pero Fortuño es un mero técnico legal de contratos y escrituras, sin cultura teórica sobre el sistema que defiende con la boca y pisotea todos los días con sus acciones.

Para los grupúsculos del dinero, privado y público, cualquiera expresión de disidencia o de protesta vigorosa amenaza su modus vivendi y el de sus cuates de la oligarquía chupóptera.  Por tanto hay que construirse una verja protectora:  suprimir la fianza al pueblo que no tiene padrinos, prostituir el Código Penal para intimidar, castigar, amedrentar mediante, además, el mollero del poder, la macana, las armas, la cárcel, utilizando para ello las brigadas de jueces, fiscales, y policías que repriman de antemano las protestas justificadas del pueblo.

Fortuño ha tenido éxito en esa estrategia hasta la fecha.  Con un Secretario de Justicia que vergonzosamente actúa como un edecán de barraca militar, un FEI apalabrado, y un Tribunal Supremo que es un insulto a su prestigiosa historia, Fortuño se siente seguro e invulnerable.  Esa no es, sin embargo, su fortaleza.  Esa es su debilidad, su inseguridad, a la que el pueblo ha contestado hasta ahora con su silencio.  ¿Debilidad también?  ¿Estrategia de silencio para evitar los palos, la persecución y las cortes amañadas?  Sindicatos silentes, estudiantes y profesores callados, ciudadanos que maldicen en voz baja, representan una cantera de coraje reprimido, listo a explotar el 6 de noviembre próximo.  Los silencios son ominosos.

Lo que está claro es que Fortuño considera al pueblo su enemigo como todo fascista, y lo trata como tal.  ¿Y el pueblo, que piensa?

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