Persona
de holgados medios materiales, Sila representa la tradición moral de que la
nobleza obliga. De que el fin y propósito
de la vida personal, y de la gestión de gobierno no es hacerse más rico
mediante la influencia del poder,
a lo Luis Fortuño, a lo Rafael Hernández Colón, a lo Carlos Romero.
La
compasión y la responsabilidad contraída con un pueblo que elige un gobernador
lleno de esperanza --- de paz y de igualdad --- exige políticas e instituciones
que encarnen y realicen esa aspiración.
Sila María Calderón, mujer rica desde antes de entrar al servicio
publico, demostró que a pesar de la riqueza material se puede aspirar a
realizaciones morales, y en su caso dejó un legado doble: no toleró la corrupción de sus funcionarios
públicos, y tomó como causa suya --- personal y oficial --- la educación y la habilitación
de las comunidades pobres para hacerse cargo de su propio destino, en su
sitio: decidiendo, mejorando,
reconstruyendo, con la autonomía moral y económica que le ofreció el Programa
de las Comunidades Especiales, abandonadas luego por sus sucesores, hasta el
extremo de la destrucción a manos de Luis Fortuño, que se las ha entregado a
los buscones del fundamentalismo a cambio de votos.
Frente
a los banderines que se agitan ante al electorado en una campaña que toma y
deja las cosas como están --- como advierte Sila que están --- Sila representa
un análisis y una exigencia transformadora de liderato político oficial y
opositor.
El
planteo político --- y más que político, moral --- que Sila le hace a los
partidos y candidatos que pugnan por el poder del pueblo es el siguiente: ¿Son esas candidaturas y mensajes
relevantes a la realidad límite de violencia y desigualdad que vive el País? O ¿se trata meramente de sobar, de
babear los problemas, sin compromiso radical de transformación, en las áreas
cruciales de la vida real --- educación, salud, seguridad y justicia
distributiva, es decir, igualdad?
Porque si no, se trata de un engaño monumental que la clase política realiza
sobre la credulidad del pueblo.
Ese es
el planteo de Sila. Y significa,
andando el tiempo, que si queda País, después de las próximas elecciones, Sila
no ha terminado con el servicio público más allá de su Centro de Servicios al País. Ella representa una reserva moral y política
activable en caso de emergencia.
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