Después
de 3 años y medio de dar palos a ciegas --- lo palos a los estudiantes y a los
trabajadores no eran ciegos --- sale ahora con la última edición de la “mano
dura” de Rosselló --- tan fracasada como su autor --- para decirle al pueblo víctima
de él y de los criminales que si le quitan muchos de los pocos derechos que le
quedan --- el de la expresión libre, el desahogo --- la sociedad se va a volver
pacífica y segura.
Los
derechos que se niegan en el nuevo Código Penal --- los esenciales, la libre
expresión de quejas y agravios contra el Estado, según reza en las dos
constituciones que nos gobiernan --- son los constitutivos de una democracia
liberal y no totalitaria, que es la de Fortuño. Pero perece que esa diferencia resulta muy complicada para
Fortuño, que prefiere los simplismos autoritarios de la derecha republicana de
los Estados Unidos, y la infalibilidad caudillista de los hombres fuertes de América
Latina y del Caribe, desde Chávez en Venezuela hasta Fidel Castro en Cuba. Lo que no saben esas caricaturas de
hombres fuertes --- como Rosselló y Fortuño --- es que en el fondo son hombres débiles,
asustados ante sus propios pueblos.
De ahí el control, la mano dura, la tala de derechos.
Pero en
Fortuño se da un elemento adicional, más allá del ideológico: es el pánico político. Ha hecho un juicio sobre el carácter de
nuestro pueblo, y sabe su actual situación de inseguridad radical, y ha
propuesto un remedio: en vez de
asegurarle más protección concreta, mediante la Policía, la Guardia Nacional, y
el sistema judicial de fiscales y jueces, opta por quitarle al ciudadano --- a
la inmensa mayoría, víctimas del crimen --- los derechos que le da la Constitución
para expresarse, para protestar.
Y ahora
viene lo mejor, la razón fundamental para desmochar la Carta de Derechos de
nuestra Constitución, y de la americana, ¿y cómo lo justifica? Cito sus desgraciadas palabras: “… Creo
que presenta una gran oportunidad de cuatro meses de las elecciones de saber
donde está quien”. En otras
palabras, se trata de una demagogia electorera. ¡Vergüenza y no euforia, debía darle!
Este “código
de Fortuño” representa un sobrante
del antiguo código persa de Hammurabi --- ojo por ojo y diente por diente ---,
y un ripio del código de Marcos Rodríguez Pujada, ahora director de campaña: ¡”a
patadas”!
No hay comentarios:
Publicar un comentario