Conscientes
de que el estatuto de limitaciones políticas vence en noviembre, los
depredadores del acervo público --- los recursos de todo el pueblo --- han
empezado a hacer su fiesta de despedida, repartiendo lo que hasta hoy no se han
robado o comprometido.
La división
de trabajo está hecha, mediante un esquema sencillo: Luis Fortuño ha reclamado control personal de los contratos
millonarios, mientras que los tumbes con apariencia de Alianzas Público
Privadas quedan por cuenta de los jefes de agencia. Los Canabal y los Arturo
García de la vida andan sueltos.
El
resto lo reparte la Legislatura de Jenniffer y Tomás. Asigna los nombres de las instituciones de la cultura
puertorriqueña a sus conocidos enemigos.
Así, el Archivo General de Puerto Rico se le asigna a Doña Pilar Barbosa
historiadora de su padre, José Celso Barbosa, amor filial que nadie le
disputa. Pero... no hay que
exagerar. Como dijo un amigo
conocido de los lectores, “Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa”.
Escamotearle
a Ricardo Alegría ese merecimiento, para otorgarlo a una asimilista endémica,
rebasa los linderos de la audacia prepotente del poder político burdamente
utilizado.
El
reparto no termina ahí. Todos
recordamos el regalo que le hizo Tomás a Carlos, cuando lo declaró su agente de
bienes raíces en la venta de un edificio a un cliente del PNP, en la que Romero
tumbó varios cientos de miles de dólares por rendir ningún servicio en la
transacción. Ahora Carlos Romero
le puso la vista a otro edificio histórico y lo obtiene como regalo de Tomás,
diz que para una fundación que educará para la estadidad, versión especial de
Carlos Romero.
El
tercer desgarre que los depredadores han realizado en estos días consiste de un
trato de 379 millones de dólares al ex contable de José Pérez Canabal, Vise-Presidente
de la AEE, diz que para producir energía renovable. La defensa de Canabal es una confesión: es mi amigo, es mi contable, es mi vecino. Nada más con el testigo. La putrefacción moral de la Autoridad de Energía Eléctrica
queda demostrada y confesada.
Les
repito: estos cuatro meses que
faltan para noviembre son los más peligrosos del cuatrienio de la
corrupción. Los ladrones
oficiales, diz que legalmente, rasparán el fondo del caldero y dejarán tras sí
un gobierno saqueado, a quien más robe.
En su día
todo esto hay que revisarlo y corregirlo, sin contemplaciones, porque si la
audacia se puede usar para saquear, con alegatos de legalidad, también se puede
usar para rectificar, sanear, y llevar a los depredadores a donde merecen, en
las cortes --- si quedan cortes todavía --- y en la opinión pública sana que
entonces quede.
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