Está
meridianamente claro que la razón de este ataque a la Constitución y su Carta
de Derechos es política, demagógica, basada en la necesidad que tiene Fortuño
de que la gente vote por él por miedo.
Porque ante el fracaso de la bravuconería de los Marcos Rodríguez Pujada
y Carlos Pesquera --- echando al olvido merecido a Figueroa Sancha y Millo Díaz
Colón --- para aliviar tan siquiera la criminalidad y la inseguridad que
produce, hay que quitarle derechos al pueblo para que se porte bien. Y si consigue definir al PPD como que
se opone a su solución mágica --- “la mano estúpida” de Fortuño sustituyendo
“la mano dura” de Rosselló, Dios los cría --- entonces la gente votará por “papá
Fortuño”, que la protege de los criminales, que para Fortuño son los sin
fianza. Aparentemente, en su lógica,
los que logren fianza no tienen nada que ver con la ola criminal.
El otro
motivo, además de la excusa por su rotundo fracaso, es que los abogados, los
legisladores populares, todo el que defienda los derechos de la Constitución que
aprobaron no sólo Luis Muñoz Marín y Don Antonio Fernós Isern, como líderes del
proceso constitucional de 1952, sino de los republicanos estadistas de
entonces, Luis A. Ferré y Miguel Ángel García Méndez y Leopoldo Figueroa. Lo que ocurre es que aquellos
republicanos eran “literate”: no eran analfabetas, como la mayoría del liderato
PNP demuestra todos los días.
Una anécdota
personal para concluir esta llamada de alerta contra el fascismo galopante de
Fortuño y comparsa.
En
1962, regresando de la London School of Economics donde realicé estudios
postdoctorales sobre la descolonización de África, Asia y el Caribe, fui
invitado a la Universidad de la Islas Vírgenes a un coloquio celebrado en
Jamaica de profesores norteamericanos, ingleses y puertorriqueños para analizar
la cultura y sociedad del Caribe como trasfondo de ese proceso
descolonizador. Conocí allí a una
señora norteamericana --- su nombre era Vera --- que presidía una fundación, The
Vera Foundation, con su dinero --- dedicada a la investigación de la relación
de la fianza y la criminalidad.
Con ella trabajó entonces una de mis estudiantes más talentosas, con
beca entonces en la Universidad de Columbia. Pues bien, esa fundación estudió el asunto de la fianza, y
concluyó que la fianza es la mejor garantía de la inocencia, ya que permite al
acusado gestionar testigos, recursos y testimonios de la comunidad para su
defensa.
Se me dirá
que la negación de la fianza no es automática en los casos que cualifique. Que un abogado, un fiscal y un juez
utilizarán razones y discreciones para aplicarla. ¡”Si, Pepe”! --- o ¡“Carabina de Ambrosio”!, como decían en
el campo que yo me crié.
Con el ánimo
fascista totalitario de esa partida de autoritarios ignorantes que conforman la
“justicia” de Luis Fortuño, no se puede correr riesgo alguno. Su actitud es de brigada de
fusilamiento, en aras del machismo que esconde sus objetivas debilidades.
¡Pueblo
que vota contra sus derechos y libertades, no puede luego reclamar justicia!
En la enmienda de la fianza, un NO rotundo.
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