Temprano
esta semana el ahogado de esta analogía, Luis Fortuño, ante el fracaso evidente
del buscón deluxe, Ángel Cintrón, como Director de una campaña imposible, lo
echó a un lado a favor de la Gata Persa de Fortaleza, Marcos Rodríguez Pujada,
para intentar un operativo de rescate, aunque sabemos que el ahogado ya ha
tragado demasiada agua. Porque el País
ya está totalmente enterado de quien es este farsante que posa de gobernador.
Le digo
Buscón al finodo de Ángel Cintrón, no en el sentido del Pícaro Gracioso de
Quevedo, sino al procurador de contratos inmerecidos, que claramente llegó a su
óptimo nivel de incompetencia.
Traer al centro del cuadro al finodo mayor, Marcos Rodríguez Pujada, que
hasta ahora ha ejercido nominalmente como Secretario de la Gobernación, pero en
realidad ha sido el gobernador de facto, autor de toda la podredumbre de la
Rama Ejecutiva, mientras Fortuño se saca retratitos modositos, posando de
tierno monaguillo para propósitos de publicidad.
¿Quién
es Marcos Rodríguez Pujada? Ese
fue el autor de la liquidación de toda la infraestructura del sistema de salud
pública que el doctor Guillermo Arbona diseñó para Puerto Rico de los años
sesenta a 1993. Vendió los
hospitales públicos y los centros de salud a precio de pescado abombao,
contrario a la ley que entonces exigía ventas a precio de mercado. Él y Rosselló cogieron ese dinero y le
dejaron la deuda de bonos al pueblo de Puerto Rico. Semillero de corrupción, ese proceso llevó a prisión a Edison
Misla y otros, historia innegable hasta el día de hoy. En esa traición al pueblo, Rodríguez
Pujada destruyó un sistema de salud que con 400 millones daba acceso universal
y servicios a todo el pueblo. Hoy, con el sistema Rosselló-Fortuño,
la mitad de esos servicios, pésimos en calidad y acceso, cuestan sobre 2,000
millones de dólares que van a los cuates de Rosselló-Fortuño-Rodríguez Pujada.
Rodríguez
Pujada mandó a la Policía a “sacar a patadas” a los estudiantes universitarios
de sus líneas de piquetes, tanto como a los trabajadores y ciudadanos que
protestaron en el Hotel Sheraton y el Capitolio, por lo cual Fortuño está hoy
en el banquillo de los acusados ante el Tribunal Federal por violación sistemática
de los derechos civiles.
Creer
que una campaña política en crisis como la que ha maldirigido Ángel Cintrón es
salvable por Marcos Rodríguez Pujada, es como suponer que se tranquilizan a
unos niños temerosos trayéndole de “baby-sitter” al León de la Metro.
Una
campaña política tiene muchos componentes. Pero el principal de ellos es la mercancía, el artículo que
se quiere mercadear. En este caso,
el artículo es Luis Fortuño, con un record en tres años y medio de engaños cínicos
en la campaña anterior, más una ristra interminable de incumplimientos, falsedades,
mentiras crasas, que lo definen como un farsante en busca de dinero par sí
mismo y su familia, y el listado de amigotes a los que ha repartido más de mil
millones en contratos fatulos o inmorales.
El
Verdugo de Fortaleza --- ciertamente candidato fuerte en la pasarela de las simpatías
--- rebuznará prepotente en su frustración ante un pueblo que ya lo conoce, tanto a él como a quien lo
mandó, y de ahí marchará hacia donde merece, ¡a las ventas …!
En mi
diccionario personal criollo si alguien piensa con las patas, como se ha
expresado el nuevo Director de Campaña del PNP es porque es un patán. Ahora bien, la Academia Española llama
patán a alguien que es “hombre terco y grosero”. Nada más con el testigo.
El caso
más patético y lamentable de esta movida desperada de Fortuño es la de llevar a
coordinar todas las actividades de gobierno --- Secretario de la Gobernación
--- a Miguel Romero, el verdugo de los trabajadores. No hay más que recordar la función y la dedicación de Don
Fernando Sierra Berdecía, o de Frank Zorrilla, padre, como Secretarios del
Trabajo, para saber cuan miserable ha sido el record de este Miguel
Romero: el Secretario anti-obrero
por excelencia, el alcahuete de los patronos y facilitador de la supresión de
los derechos laborales producto de más de 72 años de lucha y conquista, de Don
Luis Muñoz Marín, Don Roberto Sánchez Vilella y Don Luis A. Ferré.
Esas
dos fichas, Rodríguez Pujada y Miguel Romero, son dos cohetes quemados de los
tiempos de la Reina Victoria.
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