domingo, 29 de julio de 2012

La Paz de Fortuño

La paz ha estado en las noticias esta semana pasada.  Alejandro García Padilla, candidato a gobernador por el PPD, abordó el tema en la Asamblea de su partido en Mayagüez.  Según su análisis y propuesta programática, la paz que él ofrece como gestión de gobierno consiste de un acoplamiento de la política pública a las necesidades perentorias y críticas de la ciudadanía en términos de la inseguridad física y ansiedad sicológica que la administración de Fortuño ha creado en el País, a causa de su incompetencia para entender y controlar la violencia generalizada en nuestra sociedad, hasta el punto de presidir el  cuatrienio más violento y sangriento en la historia del País.  Eso a causa en parte de la superficialidad de su análisis del problema y la demagogia de las promesas que hizo en el 2008.

Fortuño propone una paz civil basada en la macana, la pistola oficial de la policía, más o menos “a patadas”, como ha propuesto su Secretario de la Gobernación y hoy Director de campaña, Marcos Rodríguez Pujada.  Primero creyó conjurar la violencia entregándole la Policía al bravucón de Figueroa Sancha.  Fracasado este, se la entregó al militar Emilio Díaz Colón, que nunca supo qué hacer ni dónde estaba.  Finalmente, se la ha entregado a otro bravucón federal, Héctor Pesquera, que no sabe bien si va o viene.  Lo que sí se sabe es que es federal y ---¡Abracadabra!  El sabrá.

Cuando Fortuño habla de la paz civil me recuerda la paz de Trujillo, y la de Franco, y la de Escipión el Africano en Cartago, y la de Escipión Emiliano en Numancia, España.  Se trata de la paz del mollero, de la fuerza, de la violencia para combatir la violencia, a espaldas de la naturaleza específica de la sociedad en que se vive y se gobierna.  La ignorancia es mala consejera, y si se acompaña con el poder se torna explosiva.

Cuando Alejandro García Padilla habla de un programa de paz social se refiere a la urdimbre toda de la formación humana en las familias, la comunidad, la escuela, las instituciones cívicas que educan o mal educan.  Se refiere a las condiciones materiales que sustentan conductas alternativas, que pueden reforzarse o debilitarse con la acción y el estímulo material y moral del gobierno concebido como servidor del Bien Común y no como una oficina de contratos que delega la responsabilidad pública y distribuyen el tesoro público entre amigotes y tarugos partidistas.

La paz de Fortuño consiste en aplastar al adversario, al disidente, a los que, según sus propias palabras, “no votaron por mí”.

Esa paz desmocha la Carta de Derechos de nuestra Constitución, y de la Americana, ante la cual Fortuño se persigna  todas las mañanas.  Mientras él reparte el patrimonio de todo el pueblo a sus amigotes, ¡que no se mueva nadie!  Que no protesten, marchen o molesten a sus cadres y legisladores, porque de lo contrario les aplica el nuevo Código Penal que castiga todo eso que hasta hoy ha sido derecho asumido por nuestro pueblo. 

Como colofón de esa paz, Fortuño ha coronado su “marcha a la locura” --- en la frase de la insigne historiadora norteamericana Barbara Tuchman --- con la negación de la fianza a acusados de ciertos delitos, que sus jueces y fiscales decidirán.  Bajo fuego de toda la inteligencia jurídica del País, Fortuño tiene el cuajo de declarar que la negación de la fianza --- es decir, la cárcel inminente --- le conviene a los pobres, porque así no incurren en gastos de fianza.  La burla y el deprecio al pobre se le cae de la boca, como la baba al imberbe.

 ¡Qué clase de gobernador tenemos que tolerar hasta el 6 de noviembre!

2 comentarios:

  1. Muy acertado su análisis; pero se equivocó en el nombre de Super de la Policía; es Hector Pesquera.. y no Carlos Pesquera.

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  2. Gracias por su observación y corrección. Continuaremos martillando confiados en que la verdad penetre aunque sea sin sangre.

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