Claro
está, cada cuatrienio tiene sus ídolos representativos. Ayer Rosselló, que se retiró derrotado robándose
una pensión a la que no tenía derecho --- mintiendo hasta las teleras, al País
y a las Cortes --- y hoy Evelyn Vázquez, que no tiene en el vecindario de sus
sienes y orejas, sobre el cuello, el más mínimo rastro de pudor, de persona y
de mujer, para lucrarse desvergonzadamente de la protección de Fortuño de Tomas
Rivera Schatz. El periódico El
Nuevo Día, en su edición de hoy martes 24 de julio, documenta hasta la saciedad
la corrupción y la busconería vulgar de esta senadora.
La señora,
al responder a esa denuncia, esquiva los hechos y reclama que la persiguen. Con ello confirma su torpeza moral, que
no distingue entre el bien y el mal.
Es de
suponer, como la cosa más natural del mundo, que el PNP se abrace a esa
corruptela, porque esa es su filosofía de gobierno. Se trata de la versión femenina del Chuchin ---“estamos en
el poder, y el poder es para usarlo, para exprimirlo, sin atención alguna a esas
vainas de la ética y la moral”.
Esa es la esencia del régimen safio, jaiba, cínico de Luis Fortuño.
Esta
señora ha sido señalada por la prensa, por la oposición política, por la Contralora
--- esa cataplasma inerte que a veces uno duda que exista --- y nada le hace
mover un nervio de la cara.
Hay que
anotar, sin embargo, que la señora no anda sola. No sólo la acompaña y protege el gangster senatorial de Rivera
Schatz, sino el alcalde de Mayagüez, supuestamente popular, Guillito Rodríguez. Este alcalde tiene a todas luces un
dedo amarrado con Peter Muller, el “compañero” de doña Evelyn. Le ha dado a ganar cientos de miles de dólares
municipales a sus dudosas empresas turísticas, hasta el punto de llamarle
“brutos” a sus propios asambleistas, por plantear cuestiones de ética y del interés
público.
¿Qué
razones hay en el fondo de esta conducta del alcalde? ¿O qué pasiones?
Se trata de un “misterium tremendum et fascinosum” que hace recordar a
David Hume (1776): “la razón es
esclava de las pasiones”.
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