lunes, 30 de abril de 2012

El Residenciamiento Moral de Rivera Schatz y Fortuño

En la Sección 21 del Artículo 3 de nuestra Constitución se provee para el residenciamiento posible de las principales figuras del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial.  Se deja fuera de esa sanción moral y legal a los legisladores, especialmente a los presidentes de las Cámaras.  El supuesto debe ser que a estos los residencia el pueblo.  ¡Cuán largo me lo fiáis!, como se burlaba el Tenorio.

La Constitución enumera las causas para el residenciamiento --- esto es, la destitución de los altos oficiales sujetos a esa sanción.  Después de enumerar esas causas, establece que puede invocarse esa prerrogativa en casos de “delitos menos graves que impliquen depravación”.  ¿Por qué no aplicar ese principio a los presidentes de las Cámaras?  Delitos morales de sobra  tienen ambos a su haber como para que se invoque su despido.  El asunto es técnico, legalista. Pero eso no agota los derechos del pueblo contra la perversión de la función legislativa: se impone el juicio moral del pueblo sano contra los estercoleros que Rivera Schatz y Jenniffer González presiden, por su propia hechura.

Las últimas aventuras soeces de la Cucusa Hernández, el poder detrás del trono en la Cámara, pone de manifiesto la sordidez de esa “comunidad especial” que Jenniffer ha creado en su Oficina, cuyas conductas inconfesables, el País conoce y rechaza.  Pero dejemos por hoy que los muertos entierren a sus muertos, y pasemos al Senado de Puerto Rico.  Ese Senado fue en el pasado presidido por Don Antonio R. Barceló, Rafael Martínez Nadal, Don Luis Muñoz Marín y Don Luis A. Ferré, entre otras figuras respetables por su carácter, su inteligencia, y elegancia en la administración del Senado y  en la conducción de sus trabajos, regidos por la Constitución, la ley, y el reglamento mismo del Senado.

Respeto a las minorías, lenguaje decente en la alocución pública, vistas públicas serias y respetuosas de la oposición, consideración ponderada de méritos en los nombramientos, y el uso del descargue sólo en circunstancias extraordinarias de premura de tiempo.

Mientras enumero esas aristas de la decencia legislativa, de la deliberación racional pausada, recuerdo mi propia participación en aquel conjunto de verdaderos “honorables” aún cuando yo era minoría muchas veces dentro de la mayoría del que entonces era mi partido.  Pero había decoro, honor, decencia en el proceso legislativo, para con sus miembros y para el público que dentro o fuera del Capitolio representaba al pueblo.

¿Cómo es que hemos resbalado hasta las tinieblas que hoy arropan al Senado de Puerto Rico, donde un títere de cafetín insulta a diario a la oposición y maltrata a sus compañeros de mayoría, que ante la insolencia del poder actúan como eunucos, como alfombra sobre la que se pasea el Jeque de Trujillo Alto?

El caucus PNP se le rinde por miedo, y se comporta como rebaño propiedad del dueño de la finca; el gobernador se le rinde por miedo; el Secretario de Justicia se le rinde por miedo, pendiente de un nombramiento de juez.  ¿Acaso no sabe ese Secretario cómo el Jeque de Trujillo Alto trata a los jueces si no deciden como él les dicta? ¿No sabe que ha fabricado cargos contra el Juez Presidente del Tribunal Supremo y ha nombrado para investigarlo al corrupto Roger Iglesias, protegido suyo, raquetero de contratos ilegales?

 ¿Dónde ha ido a parar la vergüenza y la testosterona de hombres en este gobierno, y de las mujeres que se le rinden como inferiores a este vulgarote, desde la Fortaleza misma hasta el Senado? Toda esta corrupción moral tendría remedio si los cuerpos legislativos mismos respondieran por la integridad ética de sus miembros  pero como está constituido el Poder Legislativo en este momento, con respecto a la mayoría de ambos cuerpos, tal cosa no es posible porque ello requeriría una conciencia moral que no existe en la mayoría legislativa.  Este hecho me recuerda el diálogo de hace más de veintiún siglos entre el sofista Trasímaco y el filósofo Sócrates.  En esta analogía Rivera Schatz representa a Trasímaco:  “La justicia es el interés del más fuerte”.

 Sólo queda, como último remedio, el residenciamiento electoral en noviembre.

2 comentarios:

  1. Don Arsenio, saludos.

    Más que un residenciamiento moral, que para los efectos de una sociedad amoral o peor aun sin moral, ¿no sería mejor un residenciamiento de verdad con todo el peso de la ley y todas las consecuencias de esta? ¿Qué le parece que en Puerto Rico nos pongamos los pantalones largos constitucionales y comencemos a castigar como es debido al peor criminal que puede sufrir una sociedad? Este criminal, el que le falta a la confianza del pueblo, el que se roba mediante ardides asolapados de legalidad y plagados de inmoralidad, tiene que cumplir cárcel y restitución, tal y como se le aplica al vulgar criminal. Dejémonos no de pamplinas de crimen de cuello blanco, que tal cosa no existe sino en la mente de quien lo hace y lo cobija; el crimen es crimen. O será que fueron los monjes del Medioevo que comenzaron a pensar en mentiras blancas para excusar la mano que les sustentaba.
    Es tiempo ya, y dado la frecuencia y el alza existente en el crimen de políticos contra el pueblo que se implante en Puerto Rico la ley del «Impeachment », no como cosa moral sino como lo que es, un crimen social horrendo; un crimen de odio a todo un pueblo. Metafóricamente hablando, ya la criatura dejó de ser un bebe, una cosa curiosa, se convierte cada día en hombre y no se vislumbra manera de corregirlo.
    Como señala el proverbista — El látigo es para el caballo, la brida para el asno, y la vara para la espalda de los necios. Prov. 26:3. Ya es tiempo que el pueblo tenga esa vara pues los necios se multiplican. Desde el recuerdo de un Ney en Trujillo Alto pasando por un Victor Fajardo hasta un fraude electoral de proporciones espectaculares en Guaynabo no se ve disminución en la corrupción gubernamental. Ya es tiempo que el patrono, que se llama pueblo pueda, como puede todo patrono que sus empleados le desfalcan, despedirlos. Ya es tiempo entonces que el pueblo de Puerto Rico pueda despedir a estos malos empleados y obligarlos a pagar por sus crímenes. Entonces es obligado tener la capacidad del «Recall election».
    Cada vez el pueblo es más atropellado, cada vez la clase media y trabajadora, que es la única que lo hace se tiene que arrodillar delante de sus opresores, las empresas inescrupulosas, las agencias de gobierno y sus arcaicas burocracias. Como ejemplo de esto último se me ocurre pensar en la agricultura y lo difícil que se hace al ciudadano comenzar un negocio agrícola en un departamento de agricultura que al parecer no quiere que en Puerto Rico exista agricultura.
    Se hace obligatorio exigir responsabilidades como en el caso de los niños de educación especial que llevan más de 30 años con un pleito de clase para que le reconozcan sus derechos y los de sus padres que fueron obligados por ley a pagar sus contribuciones impuestas todos los días 15 de abril, religiosamente. ¿No sería entonces justo que el pueblo tenga el mismo derecho de imponer obligaciones a quien incumple? Se hace imperioso que en Puerto Rico tengamos el derecho al «Taxpayer’s Suit». Así el funcionario público, el que se dice servidor, comience a serlo y hacerlo.
    Los ejemplos sobran y siguen en aumento, desde un cuerpo policial que macanea indiscriminadamente al pueblo que ejerce derechos garantizados por la Constitución hasta un presidente de senado que cierra las puertas al pueblo que no tan solo lo eligió sino que le paga su salario y otras amenidades; solo por dar un ejemplo.
    Es tiempo ya que dejemos de hacer las cosas por «moral» y comencemos a realizar juicios éticos fundamentados en la equidad y la justicia; lo que es bueno para unos tiene que serlo para todos.

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    1. Estimado lector,
      Gracias por su comentario de mi planteo sobre la necesidad de un residenciamiento moral al liderato PNP de las Cámaras, especialmente al títere Rivera Schatz, Presidente del Senado. La razón por la que hablo de residenciamiento moral es que no hay los votos para un residenciamiento político como el que contempla la Constitución. La mafia no prestará sus votos para residenciarse a si misma. Y nuestro pueblo, para bien o para mal, no está disponible para residenciamiento violento, desde las calles.
      Concuerdo con sus enérgicas impugnaciones de lo que hoy sufrimos todos. Pero lamentablemente el pueblo no cuenta con las armas --- que no sean morales, intelectuales, de conciencia --- para una confrontación física directa, que este régimen fascista, espúreo, se tiene más que merecida.

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